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El discurso antisistema que esconden los medios

miércoles, julio 18th, 2012

Detalle de "Manifestación de 1934" de Antonio Berni

Históricamente el universo de anarquistas ha sido bastante heterogéneo en cuanto a tácticas y metodologías para llevar a la acción el ideario antisistema. Establecer una relación sine qua non entre violentistas y anarquismo resulta ser una errada, grosera, arbitraria e interesada simplificación promovida principalmente por y a través de los medios de comunicación para desacreditar nuestra forma de pensamiento político. Sin embargo ése es el anarquismo del que gusta la prensa y nuestros detractores para causar terror en la población: el de los Lucio Urtubia defraudando al First National City Bank (actual Citibank) con cheques de viajero falsificados; el de los Marius Jacob asaltando a jueces, soldados y empresarios; el de los Severino di Giovanni haciendo estallar la Embajada de Estados Unidos y el Consultado italiano en Buenos Aires; el de los Jules Bonnot y su banda robando autos y asaltando al pagador de la Société Générale en París; el de los Buenaventura Durruti asaltando el Banco de Chile; el de los Luciano Pitronello terminando con sus manos destrozadas por activársele antes de tiempo un artefacto explosivo que planeaba colocar en una sucursal bancaria; el de los Fulano, Zutano y Mengano destrozando semáforos y vitrinas comerciales durante marchas estudiantiles.

Mohandas Gandhi (altamente cuestionado por la historia, pero ése es otro tema), fue quizás la figura más representativa durante las últimas décadas del movimiento independentista indio, poniendo en práctica su satyagraha que ya había esbozado años atrás durante las campañas em Sudáfrica por los derechos civiles de la minoría india (Satyagraha in South África , 1928). Poniendo principal énfasis en la ahimsa del jainismo y el hinduísmo – abstención de ofensa en todas sus formas, en todos los tiempos y hacia todos los seres – como forma de resistencia activa y no violenta, Gandhi hace su llamamiento: al autogobierno individual y nacional (Hind Swaraj, 1909); a la desobediencia civil frente a las leyes injustas; al rechazo al Estado como monopolio de coerción violenta; al rechazo del sistema palamentario; a la movilización de las masas campesinas y al boicot (Marcha de la sal, 1930). Pero por supuesto que no es negocio para los medios de comunicación actuales hablar de las fuentes anarquistas o preanarquistas de las cuales se nutre en parte esta satyagraha gandhiana: Henry-David Thoreau (La desobediencia civil, 1848), Lev Tolstói (con quien intercambió numerosa correspondencia) y Étienne de La Boétie (El discurso de la servidumbre voluntaria, 1548).

Dice Gandhi en una carta a determinado personaje, en 1920 (The Collected Works of Mahatma Gandhi vol. 19, p. 350):

Había trazado la distinción entre la resistencia pasiva, tal como se entiende y practica en Occidente, y satyagraha desde antes de haber desarrollado la doctrina de la segunda en toda su extensión lógica y espiritual. A menudo se usan resistencia pasiva y satyagraha como términos sinónimos: pero la forma en que la satyagraha ha sido desarrollada no admite la resistencia pasiva como sinónimo, ya que esta última ha admitido el uso de la violencia como en el caso de las suffragettes (N. d. T.: movimiento de principios del siglo XX en Gran Bretaña en apoyo al sufragio femenino), y es reconocida universalmente como un arma de los débiles. Por otra parte, la resistencia pasiva no implica necesariamente la adhesión plena a la verdad en toda circunstancia. Por lo tanto es diferente de la satyagraha en tres elementos esenciales: satyagraha es un arma de los fuertes; no admite la violencia bajo ninguna circunstancia; y en cada momento insiste en la verdad.

Anna Karénina y Guerra y paz es el legado más universalmente conocido de Lev Tolstói, probablemente uno de los más importantes referentes de la literatura rusa. Sin embargo no es negocio para los medios de comunicación actuales el anarquismo cristiano, pacifista, antirreligioso y desobediente ante las leyes injustas del afamado novelista (El cristianismo anarquista de Lev Tolstói, Pablo Eltzbacher), a través del cual Tolstói criticaba duramente al Estado, a la Iglesia, a la Justicia, al Ejército y a todo tipo de autoritarismo. Influencia directa sobre Mohandas Gandhi (con quien intercambió numerosas cartas entre 1901 y 1910), Martin Luther King y los dujobores (movimiento religioso y social pacifista que existió en Rusia entre los siglos XVIII y XIX); su anarquismo no violento lo podemos ver reflejado en obras como El reino de Dios está en vosotros (publicado por primera vez en 1894) y La muerte de Ivan Ilich (1886), o también en las miles de cartas que escribió a personajes tan variopintos como el zar Nikolai II, el poeta Rainer Maria von Rilke y el escritor George Bernard Shaw. Tampoco es negocio para los medios de comunicación actuales referirse a la escuela Yásnaia Poliana, fundada por Lev Tolstói en 1859; la escuela constituye una de las primeras experiencias de escuela libertaria y antirrepresiva, donde la metodología y el fin de la educación es la libertad, donde no existe ningún tipo de obligaciones, horarios, programas ni disciplina (sobre esta experiencia pueden leer de las propias palabras de Tolstói en La escuela de Yásnaia Poliana).

Dice Tolstói en un breve texto sobre la importancia de negarse al servicio militar obligatorio:

La sumisión con la cual, y sobre todo los europeos que tan orgullosos se muestran de la libertad, han aceptado una de las medidas más despóticas, más afrentosas que jamás han podido inventar los tiranos como lo es el servicio militar obligatorio, lo prueba más que nada. El servicio militar obligatorio, aceptado sin contradicción por todos los pueblos, sin revolucionarse, hasta con júbilo liberal, es una prueba resplandeciente de la imposibilidad para el hombre social para librarse de la violencia y para modificar el estado de cosas existentes.

¿Qué situación puede ser la más insensata, más sensible a la que se encuentran ahora los pueblos europeos que gastan la mayor parte de sus recursos en preparar las cosas necesarias para destruir a sus vecinos, a hombres con quienes nada les separa y con los cuales viven en la más estrecha comunión espiritual? ¿Qué puede haber de más terrible para ellos, que tener siempre pendiente el que un loco que se llama emperador diga algo que pueda serle desagradable a otro loco semejante? ¡Qué de más terrible que todos esos medios de destrucción inventados cada día: cañones, bombas, granadas, metralla, pólvora sin humo, torpederos y otros ingenios de muerte! Y sin embargo todos los hombres, como las bestias empujadas por el látigo hacia el hacha irán con docilidad allí donde se les envíe, perecerán sin sublevarse y matarán a otros hombres hasta sin preguntarse por qué lo hacen, y no sólo no se arrepentirán de ello, sino que se mostrarán orgullosos de esos cíntajos que se les autorizará para llevar por haber matado mucho, y levantarán monumentos al desgraciado loco, al criminal que les ha obligado a cometer actos semejantes.

Parece ser que para los medios de comunicación actuales tampoco es negocio hablar, como otra alternativa histórica de discurso antisistema, la pedagogía racionalista que introdujo en España el pedagogo y activista político Francisco Ferrer i Guardia. Retomando la senda de la educación racionalista iniciada por Jean Jacques Rousseau, Ferrer i Guardia funda a principios del siglo XX, en Cataluña, la Escuela Moderna, un centro de enseñanza cuyo objetivo esencial sería educar a la clase trabajadora de una manera racionalista, secular y no coercitiva (La escuela moderna, 1910). Este centro de enseñanza funcionó de forma intermitente entre 1901 y 1909 debido a las persecuciones de los sectores políticos y religiosos más conservadores de la época. La Escuela Moderna resultaba ser un proyecto de pedagogía libertaria en la cual se practicaba la coeducación de niños de ambos sexos, la enseñanza científica y humanística en desmedro de la religiosa, la no competitividad, el pensamiento libre e individual. Además se rechazaba todo tipo de imposición, exámenes, premios y castigos.

En palabras del propio Ferrer i Guardia, desde la cárcel durante su primera detención en 1906:

La Escuela Moderna pretende combatir cuantos prejuicios dificulten la emancipación total del individuo, y para ello adopta el racionalismo humanitario, que consiste en inculcar a la infancia el afán de conocer el origen de todas las injusticias sociales para que, con su conocimiento, puedan luego combatirlas y oponerse a ellas. El estudio de cuanto sea favorable a la libertad del individuo y a la armonía de la colectividad, mediante un régimen de paz, de amor y bienestar para todos sin distinción de clases ni de sexos.

¿Continuamos? Desconocidas también para los medios de comunicación actuales son viejas iniciativas sociales de origen anarquista, como lo fue hace algunas décadas atrás el Ateneo Libertario Luisa Michell en la ciudad de Iquique. Flora Sanhueza Rebolledo fue su progenitora, anarquista chilena (de padres vascos exiliados y radicados en el país) que participó durante la Guerra Civil Española como combatiente dentro dentro de las filas de Buenaventura Durruti, y murió en 1974 a causa de las torturas sufridas durante el Golpe de Estado en Chile. Pese a su tendencia de anarquista expropiadora durante su época más radical, no dejaba de lado su visión de emancipación social por medio de la labor educadora, herencia de su formación en la Escuela Moderna de Francisco Ferrer i Guardia. Ya de vuelta en Chile instala en Iquique el Ateneo Libertario Luisa Michell, el cual tenía como fin la enseñanza para los adultos de escasos recursos y el acercamiento a la cultura, dirigido principalmente a las mujeres trabajadoras de la pesca (tejedoras de redes de la zona). Posteriormente, y por necesidad, el ateneo se transforma en la Escuela Libertaria Luisa Michell, para dar educación a los hijos de las ya mencionadas tejedoras. La escuela debe cerrar definitivamente a principios de la década de 1960, luego de funcionar prácticamente en la clandestinidad debido a la persecusión contra los anarquistas durante los gobiernos de Gabriel González Videla y Carlos Ibañez del Campo (Flora Sanhueza, su lucha social en Iquique, Gaspar García y Leyla Morales).

Y a propósito de Flora Sanhueza, no quiero dejar de mencionar (ya que para los intereses de los medios no es negocio hacerlo) al Centro Social Flora Sanhueza, el cual realiza sus actividades dentro del sector comprendido entre el Cerro Molino y el Cerro Polanco en Valparaíso.

Y para finalizar vuelvo a insistir: Históricamente el universo de anarquistas ha sido bastante heterogéneo en cuanto a tácticas y metodologías para llevar a la acción el ideario antisistema… al contrario de lo que quieren hacernos creer los medios de comunicación, ser anarquista no obliga a ser violentista, ni ser violentista obliga a ser anarquista (claro ejemplo son los ejércitos).